viernes, 8 de abril de 2011 | By: Paola

HISTORIA DEL TEATRO EN MÉXICO



A partir de la época colonial, el teatro se basó completamente en los modelos europeos. A finales del siglo XVII, destacó en México sor Juana Inés de la Cruz, autora de Los empeños de una casa, comedia de enredo con influencia calderoniana cuya acción transcurre en Madrid y con personajes típicos de las comedias de la época; Amor es más laberinto, en la cual recurre a personajes de la mitología griega y El cetro de José y El divino Narciso (1688), autos sacramentales en los cuales intervienen personajes mexicanos.
Aunque nacido en Taxco, México, Juan Ruiz de Alarcón realizó sus estudios y su trabajo en España. Escrita bajo una concepción moral a la manera griega clásica, su obra se diferencia de la de sus contemporáneos en una mayor meticulosidad en la preparación de la trama y los versos, así como en la aguda observación psicológica del carácter. En sus obras los vicios son condenados, a diferencia de las comedias de Lope de Vega, en las cuales el final feliz, a toda costa, es el fin perseguido. Sus personajes no son como los de Lope, derivados de las necesidades de la trama o simbólicos como los de Calderón de la Barca. Ruiz de Alarcón construye la acción a partir del carácter de los personajes, que sirve de impulso para proyectar el mundo interior y el mecanismo de cada obra. Entre sus obras más importantes están: Las paredes oyen (1628) y Ganar amigos (1634).
Varios años después de la independencia se reanuda una producción dramática digna de mención. Autores importantes de este periodo son Manuel Eduardo de Gorostiza (1789-1851) con su obra Contigo, pan y cebolla (c.1830), comedia en la que satiriza el sentimentalismo de los románticos, y Fernando Calderón (1809-1845) con A ninguna de las tres (1849), obra muy influida por el espíritu romántico del dramaturgo español Bretón de los Herreros.
De tal influencia, aunque trasladada a escenarios y personajes mexicanos surgieron autores como José Joaquín Gamboa que en la década de 1920 escribió La venganza de la gleba, obra sin embargo de temática social en la que se trata la desigualdad, la opresión entre clases y el derecho de pernada como uno de tantos abusos y formas de explotación que los latifundistas ejercían sobre los campesinos.

PRIMERA OBRA EN MÉXICO



La Representación de los Reyes Magos

Es la primera obra de teatro escrita en castellano. Se escribió sobre el 1150 y consta de 147 versos irregulares se conoce con el nombre de Auto de los Reyes Magos y cuenta el camino de los Magos hacia Belén. Es muy sencilla y su objetivo era enseñar a las gentes sencillas e incultas de la época.

DRAMATURGOS IMPORTANTES

El primer gran dramaturgo mexicano es, sin lugar a dudas, Rodolfo Usigli, autor de una gran producción rica en matices. Entre sus obras destacan: El gesticulador (1937), Corona de fuego (1960), Corona de sombra (1943), Corona de luz (1964), Medio tono (1937) y Los viejos (1970).
La llegada a México del director teatral japonés Seki Sano, alumno de Stanislavski, supuso una influencia de primera mano del realismo como técnica de dirección y actuación. Fue su montaje de Un tranvía llamado deseo, del autor estadounidense Tennessee Williams, lo que influyó definitivamente en la formación de una generación de dramaturgos con un sólido conocimiento y dominio de la técnica teatral: Emilio Carballido, con Rosalba y los llaveros (1950) o Rosa de dos aromas (1985), que en la década de 1980 alcanzó cinco años de temporada y más de 2.500 representaciones; Luisa Josefina Hernández, Los frutos caídos (1957); Héctor Mendoza, La danza del Urogallo múltiple (1970), Oriflama y Zona templada (1991) son sólo algunas de las obras importantes de su extensa producción y Sergio Magaña con Los signos del zodíaco (1951) y Moctezuma II (1954), cuyas obras inauguraron un nuevo ciclo en el teatro mexicano y el conjunto de su obra es hoy modelo de creación, debido a su perfección técnica, libertad estructural, diversidad temática y profunda observación de su sociedad.
Esta generación de autores creó la necesidad de unos directores capaces de comprender y asimilar el universo planteado en las nuevas obras. Surgen también directores innovadores y preocupados por la experimentación y el manejo de nuevos recursos escénicos, entre los que destacan: Héctor Mendoza, Luis de Tavira, Julio Castillo, Ludwick Margules, José Luis Ibáñez y Juan José Gurrola.
También destacan en el panorama teatral mexicano, Luis G. Basurto con El candidato de Dios (1987); Héctor Azar, Hugo Argüelles y Vicente Leñero, cuya obra Los albañiles (1964) está basada en las técnicas del teatro documento apoyado en sucesos sensacionalistas extraídos de los diarios o de la historia del país que luego recrea eficazmente en escena.
Destacan además los nombres de Óscar Villegas, hábil autor cuyas obras poseen una fuerza dramática impresionante; Willebaldo López, Pilar Campesino, Hugo Iriart, Jesús González Dávila, Óscar Liera, Juan Tovar, Víctor Hugo Rascón Banda, Sabina Berman y recientemente, Hugo Salcedo, ganador en 1989 del premio Tirso de Molina por El viaje de los cantores.
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Fuente: http://usuarios.multimania.es/historia_teatro/mexico.htm

HISTORIA DEL VESTUARIO


El teatro, ese ilusionista travieso, sediento de aplausos; necesita materializar la esencia de las escenas representadas; para ello, juega con toda una serie de elementos, entre los que destaca: el vestuario. Éste permite que las luces empiecen a brillar, pudiendo los actores comenzar su interpretación.
El vestuario, al captar nuestra mirada, actúa como el péndulo del hipnotizador. Sus colores, tejidos..., sirven de apoyo a la acción. Ayuda a definir los personajes, a través de sus ropas los actores pueden preparar su cuerpo para fundirse en el alma del ser representado.
A diferencia de otros períodos, en las representaciones actuales no se espera seguir estrictamente una época. Lo que permite jugar con los colores, las formas, tejidos...Pero, hemos de ser conscientes, de que las compañías teatrales suelen contar con determinados diseñadores, porque poseen un estilo propio: algunos son más lúdicos, haciendo del surrealismo su sello de identidad; otros más clásicos y tratan de ser fieles a los patrones de la época representada, para ello, llevan a cabo grandes labores de investigación.

Los diseñadores asisten a los ensayos, donde son testigos de la construcción y evolución del personaje que interpreta el actor. Trabajan con el director que conduce el montaje general del espectáculo, y juntos toman decisiones vinculadas al tratamiento del vestuario.

En toda función las ropas salen de los armarios para dejar de ser un objeto inanimado, y lograr cobrar vida a través de los actores. Podríamos decir que para éstos se convierten en su segunda piel. Por lo que no podemos restarle importancia y considerarlas un mero ornamento. El vestuario por si sólo posee una historia, una trama que el mismo se encarga de descubrir.

Es significante, dado que se trata de un elemento puramente material y significado, porque da sentido a lo representado. Capaz de caracterizar el medio social, la época…Además, permite dar una continuidad a la escena, por ejemplo: si un personaje sale de un decorado de interior a uno exterior, la ropa facilita la comprensión de la misma. Incluso cuando el vestuario de la obra no es lo fundamental, su tratamiento resulta imprescindible para su desarrollo; ya que éste permite focalizar nuestra atención hacia aquellos elementos de la representación que interesa resaltar. Un vestuario pobre y mal cortado es utilizado por muchos directores con el fin de focalizar la atención del público en la acción.

Un buen espectáculo teatral es capaz de fusionarse con el público y el vestuario como un universo de estrellas embriaga al espectador con un haz de luz multicolor. Como si de un campo de espigas se tratase crea una trama de la cual no podemos escapar; porque su intensidad es tal que nos lleva a tirar del hilo haciéndonos sentir participes de ese juego de ilusiones.

TEATRO MISIONERO


Para comenzar a hablar sobre el teatro misionero en Yucatán, utilizaremos el planteamiento de las últimas líneas de la introducción de El Teatro Náhuatl, de Fernando Horcasitas, ¿hasta qué punto perduraron los ejemplos que vieron cientos de indígenas en el teatro? Vale generalizar: seguramente fortaleció la obra evangelizadora y sus enseñanzas morales han sido transmitidas de generación en generación hasta nuestros días, reforzadas por otros elementos religiosos después del siglo XVI. Además de los aspectos espirituales, sin embargo, y más obvios, tal vez, son los culturales. Para los indígenas que habían sobrevivido el cataclismo de la conquista la obra evangelizadora en general (y el teatro en especial) presentaban novedades -y la humanidad siempre ha gustado de las novedades. Además de escaparse de los encomenderos, de las autoridades civiles y del clerosecular, el indígena se refugiaba en una vida ritual intensísima, la cual incluía las representaciones dramáticas. Presentaba nuevas formas, un reto para sus habilidades técnicas, una invitación para divertirse y aprender algo nuevo, manejando poleas, ruedas e instrumentos de hierro, fabricando nuevos trajes, buscando nuevas formas de escenificación y actuando nuevos papeles. Todo el conjunto llenaba un hueco que había dejado la desaparición de la cultura antigua. Quedaron, pues, huellas espirituales y culturales. Pero lo que deseaban ardientemente los frailes: la evolución de un mundo indiocristiano, separado de toda práctica pagana, bien instruido en el catolicismo, convencido y obediente, esto no lo logró.

FORMA EVANGELIZADORA


Al igual que con las demás formas de arte ya mencionadas, el teatro fue, quizá con mayor importancia que las otras, una fuerte herramienta de la que se valieron los españoles para evangelizar a los indígenas en nuestro país. Mediante obras de teatro sencillas presentaban la vida de Jesucristo, su Pasión y su Muerte. Muchas de las lecturas halladas en el Nuevo Testamento fueron representadas en mayor o menor medida para su simple comprensión. Las conocidas “pastorelas” hoy en día son fruto de aquellas épocas remotas, en donde se utilizaban vestimentas muy sencillas pero adecuadas, musicalización también bastante simplificada, cantos, bailes y actuación alegre. Un siglo duró esta práctica meramente evangelizadora.


TEATRO DEL SIGLO XX


Sor Juana Inés de la Cruz es considerada una de las primeras defensoras de los derechos de la mujer en nuestro país. Cuando sus escritos alguna vez dejaron de ser de carácter religioso, recibió una llamada de atención por parte del Obispo bajo el cual ella era subordinada. Ella contestó aquello diciendo que lo seguiría haciendo dado que tenía derecho a hacer lo mismo que los religiosos varones hacían en esa misma época. Era una figura ejemplar en genialidad, no solo era escritora, sino que también tocaba varios instrumentos. Por otro lado, aunque su principal campo temático fue la poesía, escribió algunas comedias y autos sacramentales (especie de obra de teatro con tema puramente religioso). “Los Empeños de una Casa” y “El Cetro de José y el Divino Narciso” son dos de sus obras con tintes teatrales más memorables. También realizó obras dramáticas el escritor Juan Ruiz de Alarcón a finales de este siglo XVII.


RESEÑAS

“DEFENDIENDO AL CAVERNICOLA”
La eterna lucha de sexos es la médula espinal de esta divertida comedia original de Rob Becker. Salpicando de múltiples toques de comicidad, este texto es un hilarante recorrido por las situaciones creadas a partir de la unión de un hombre y una mujer. Cuadro a cuadro la obra expone las necesidades sentimentales de ellas y subrayadas las de ellos.

Del mismo modo Defendiendo al Cavernícola es una agridulce e irónica crítica a los valores preestablecidos de nuestra sociedad. Los momentos más sarcásticos y punzantes de la humanidad son retratados desde una ángulo juerguista y festivo. Las quejas, protestas y clamores de ellas forman parte fundamental de este abanico desbordante de alegría y jolgorio, pero también hay un recuento de los traumas, desilusiones y frustraciones de ellos. Así al encontrar en el varón algo más que un costal de pensamientos lujuriosos y malintencionados encantos, será descubierta también la belleza de la femineidad que precisa de un justo complemento.

El personaje de este monólogo es un hombre nacido en la segunda mitad del siglo XX y a través de una incisiva mirada saca a la luz algunos de los más profundos secretos de la intimidad de la pareja. Además analiza su entorno social para explorar la eterna lucha entre unos y otras. Desde la época de las cavernas han existido las mismas diferencias, paradójicamente su misma condición humana los obliga a permanecer juntos ya que sólo así es posible encontrar la felicidad y la realización plena.

Defendiendo al Cavernícola es un chispeante estudio de caracteres y comportamientos, es una muestra de ese teatro lleno de sorpresas y maravillas que causan asombro y sobre todo mucho esparcimiento por lo que por más de diez años ha sido un éxito en Estados Unidos y Canadá. Al abandonar el teatro, el hombre primitivo dejará de ser para la mayoría un monstruo que arrastraba a su mujer del cabello y volverá a ser el maravilloso artista que plasmaba en las rústicas paredes las memorias de sus heroicas cacerías.